La Petenera

La Petenera, señores

no hay quien la sepa cantar

sólo los marineritos

que navegan por la mar.

 

La petenera, señores

vino por la mar salada

ay, llegó en una barquita

allá por la madrugada.

 

Petenera, petenera

dame de tu palo un ramo

quién te puso picarona

que petenera me llamo.

 

Quien te puso Petenera

no te supo poner nombre,

que tú te habrías de llamar:

“La perdición de los hombres”.

 

Quien te puso Petenera

seguro no estaba en sí,

valía más te hubiera puesto:

“La perdición para mí”.

 

Yo soy la petenerita

mi padre es un oficial,

yo soy la vela de cera

la que te viene a alumbrar.

 

Dicen que la Petenera

es una mala mujer

que se sale por las noches

y llega al amanecer.

 

En la mar hay un lugar

donde habita la sirena

donde se pone a cantar

la pena y la que no es pena.

 

La pena y la que no es pena,

todo es penar para mí,

ayer penaba por verte

y hoy peno porque te vi.

 

Malhaya la Petenera

y el que la trajo a esta tierra,

que la Petenera es causa

de que los hombres se pierdan.

 

¿Dónde vas, bella judía

tan compuesta y a deshora?

—Voy en busca de mi amante

que está en una sinagoga.

 

Ven acá, remediadora

y remedia mis dolores

que está sufriendo mi alma

una enfermedad de amores.

 

Al pasar por el panteón

me dijo una calavera

que le hiciera yo el favor

de cantar La Petenera

pero en tono de menor.

 

La sirena se embarcó

en un buque de madera,

como el viento le faltó

no pudo llegar a tierra

a medio mar se quedó

cantando La Petenera.

 

Por celos la Petenera

a su marido dejó,

por celos perdió la tierra

 

y por celos se murió.

 

En el carro de los muertos

una Petenera vi:

llevaba el brazo de fuera

por eso la conocí.

 

La Petenera se ha muerto

ya la llevan a enterrar

y no caben por las calles

la gente que va detrás.

 

Ay, soledad, soledad

soledad de la cañada

tengo tanto que decirte

pero no te digo nada.

 

Ay, soledad, soledad

soledad de luna hermosa

a una que yo bien quería

un bello botón de rosa

que por sus labios moría.

 

Ay, soledad, soledad

soledad del horizonte

cada vez cuando te veo

te confundo con el monte

que madruga en el floreo.

 

Ay Soledá, Soledá,

soledá que yo quisiera

que viviera la difunta

y que yo la conociera,

porque es una cosa injusta

que por celosa muriera.

 

Ay solita, ay Soledá,

soledá que yo quisiera:

que usté se volviera anona

y que yo me la comiera,

madurita, madurona,

que del palo se cayera.

 


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